El cambio nunca es un camino fácil ni inmediato, y menos en una tierra como Basilicata, con sus tradiciones milenarias, su belleza a veces austera y los desafíos estructurales que conocemos bien. Pero es precisamente en estas complejidades donde reside una extraordinaria oportunidad de crecimiento. Cuando comencé a escribir "Game Changer" (Universosud Edizioni), me di cuenta de que el hilo conductor de las historias que quería contar era la transformación: el deseo de romper con el pasado sin negarlo y construir algo auténtico y significativo. Innovar, cambiar y narrar son acciones que requieren valentía y confianza, pero también una profunda sensibilidad hacia nuestras raíces.
La innovación, para mí, no es un concepto abstracto ni un privilegio de unos pocos. Es un proceso que puede involucrar a cada individuo y a cada comunidad, y comienza con la voluntad de mejorar lo que nos rodea. Basilicata, como muchas otras regiones de Italia, tiene una historia compleja de emigración, sacrificios y trabajo duro; pero también tiene un inmenso potencial que a menudo no vemos o subestimamos. Innovar aquí significa partir de esta base, dar un paso adelante respetando las raíces, desarrollando un vínculo que no es solo geográfico, sino también profundamente identitario.
El cambio, además, es uno de los conceptos más fascinantes y al mismo tiempo más escurridizos. De algún modo, todos queremos cambiar algo en nuestras vidas o en el mundo, pero pocos están dispuestos a hacer los sacrificios que el cambio requiere. En mi experiencia, el cambio siempre es una elección, una decisión diaria que puede tomar la forma de un nuevo proyecto, de un trabajo compartido o de un acto de resiliencia. Es un camino difícil porque implica salir de la zona de confort, aceptar la incertidumbre y ponerse a prueba. Pero por esta misma razón, el cambio también es uno de los motores más poderosos de crecimiento personal y colectivo.
Contar historias de cambio es una responsabilidad. No se trata solo de informar hechos, sino también de transmitir el sentido de una transformación interior que refleja un camino más profundo, más arraigado. Siempre he creído que la narración es una herramienta extraordinaria de conexión. Cuando contamos una historia de cambio, no solo documentamos un evento o describimos un personaje; estamos inspirando a otros a creer que ellos también, a su manera, pueden marcar la diferencia. Cada historia se convierte en un reflejo de lo que podríamos ser, un mapa de posibilidades que nos muestra caminos nuevos e inesperados. Basilicata es una tierra rica en estas historias, una tierra que ha visto partir y regresar a sus hijos, que ha acogido nuevas ideas sin perder jamás su identidad.
Los game changers que relato en el libro son personas comunes, pero extraordinarias en su compromiso. No son héroes ni figuras idealizadas, sino personas reales que enfrentan desafíos concretos cada día. Lo que los hace especiales es su capacidad de ver más allá de las dificultades, de encontrar soluciones creativas y de llevar adelante una idea con determinación. A menudo trabajan lejos de los reflectores, pero son ellos los que están dando un nuevo rostro a Basilicata. He tenido la suerte de conocer a estas personas, de escuchar sus historias y de descubrir cómo, con sus acciones, logran transformar un territorio y hacerlo mejor.
Creo que el cambio es, en última instancia, una elección de vida. Elegir cambiar significa elegir vivir plenamente, no conformarse con el statu quo, creer que siempre hay una oportunidad para mejorar. Y si este proceso logra involucrar a más personas, transformar a toda una comunidad, entonces estamos realmente ante algo extraordinario. En este sentido, Basilicata todavía tiene mucho que contar y ofrecer. El desafío es asegurarse de que estas historias no queden aisladas, sino que se conviertan en un patrimonio compartido, que inspiren a quienes aún no han dado ese paso adelante.
Estoy convencido de que una narración auténtica es la clave para dar valor y fuerza a estas experiencias. Contar la transformación de Basilicata significa celebrar el potencial humano de una tierra a menudo considerada periférica, pero que, por el contrario, es un corazón vibrante de historias y vidas extraordinarias. Y es precisamente a través de estas historias que podemos construir una visión de futuro más inclusiva e inspiradora para nuestra región y para todos aquellos que la habitan y la aman.